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lunes, 22 de diciembre de 2014

Necesito escribir

Necesito escribir.

Algo, no sé. Cualquier bodrio que se me venga a la mente y transcriba al teclado con el que hago que me estéis leyendo ahora mismo.


Hace tiempo que no escribo nada. Porque para mí, escribir es sentir en forma de palabras y frases, que igual se quedan en tu memoria, o igual dan lugar a indiferencia. Eso depende del lector. Qué importa de qué hables. Eso es indiferente. De hecho, lo estáis comprobando: he escrito ya unas 10 líneas y no he llegado a ninguna conclusión en particular. ¿Pero sabéis qué? Que me hace sentir vivo. Es como un buen polvo, como una noche de borrachera brutal, como cuando vas al Playa Club y te desvives con los Arctic Monkeys mientras piensas en cuántos hijos le vas a hacer a Poti Campelo por poner "Do I Wanna Know" mientras luchas por no lesionar a nadie de gravedad con toda esa euforia vestida de baile mientras amanece sobre el mar al otro lado de la cristalera impregnada de vaho.


Igual pensáis que exagero, que escribiendo no se puede sentir lo mismo que bailando. O que follando. Pero debéis preguntaros a vosotros mismos entonces, si de verdad folláis; si de verdad bailáis; si de verdad sentís cada suspiro proyectado al aire por la exhaustividad de tales actos; si, de verdad, escribís.


                                                                                                                                                 David L.R.

sábado, 19 de julio de 2014

¿Qué coño pasa?

Todavía no me lo explico. Pero ocurre. Y me gusta. Y lo odio. Yo me pregunto: ¿es casualidad?

Coger un bus de vuelta a casa después de un día agradable con los colegas en la playa. De rutina, como un día cualquiera. Sin más. Y estás sentado escuchando tu música favorita. Estación > A Gaiteira > Los Castros. Y ahí acabó mi viaje normal, para -paradójicamente- mandar a mi corazón de viaje. A mis sentidos de viaje. ¿Cómo? Con la fuerza de una mirada, reforzada por el silencio melodioso con mi música de fondo, pasando a segundo plano canciones a todo volumen. Así de simple y a la vez de complicado.

Me pasaría la vida viajando en el mismo bus con tal de sólo saber su nombre. Quiero ponerle nombre a esa mirada. No por capricho. Es para saber qué nombre tiene el amor.

                                                                                                                                                      David L.

domingo, 18 de mayo de 2014

I guess is true love...

Creía haberla olvidado. Pensé que mi corazón ya no latía más por ella. Qué iluso soy por tan sólo pensar que eso podría ser posible en esta vida, y en todas mis reencarnaciones.

Como el fumador que le da su última calada a su cigarrillo, lo tira y piensa: “Éste es el último. Lo dejo”. Y a la mañana siguiente ya está en la puerta del estanco, contando las monedas y los minutos que le alejan de su tan deseada dosis de nicotina que nunca podría abandonar por ninguna otra cosa.

Pues eso es lo que trato de decir. Supongo que cuando te enamoras de alguien por primera vez, es para toda la vida. Pase lo que pase, aunque quieras a otras personas, esa espina cala tan hondo como el tiro de un francotirador. Te destroza, te desgarra el corazón, impidiendo que lata por otra que no sea ella.

No lo entiendo: lo he intentado todo. He estado con otras dos chicas que yo pensé que eran estupendas, y que aunque no lo sean por lo que hicieron después, yo las quise. Fui capaz de querer a otras que no fuesen ella. Y ahora, que nadie ocupa mi corazón, los sentimientos vuelven a brotar. Otra vez.

¿Cuándo se acabará ésta tortura? ¿En qué momento de mi vida seré capaz de olvidarla para siempre jamás? Ni aunque ella muera sería capaz de dejar de quererla. Incluso la querría más. Es ese estilo de amor que te hace pedir otra copa, para no tener que soportar más este dolor.


                                                                                                                                                      David L.

domingo, 9 de febrero de 2014

TODOS SOMOS HIPÓCRITAS

Y quien diga que no, es el primero.

De esto va este artículo. De la hipocresía que nos invade a todos por igual. Es la lacra de la sociedad, y llega desde el político más corrupto hasta el pobre más pobre. ¿Nunca os lo habéis preguntado? Bueno, eso es porque quizás no os hayáis dado cuenta todavía. Pero esto lo veréis fácilmente, en el siguiente pequeño diálogo:

[Una persona cualquiera viendo las noticias en la TV]

-              -   Putos políticos… Son todos unos ladrones y unos corruptos. Ni la Infanta se libra en este país de mierda.

[Se levanta, va al PC, el cual tiene instalado una copia pirata del Windows 7 Ultimate Edition y se descarga 5 películas, 30 canciones, 3 álbumes de un artista conocido, 4 libros escaneados…]

¿Lo entienden ahora? ¿Se dan cuenta de la hipocresía, y de lo hipócritas que somos aquí todos?

Seguramente les parezca osado, atrevido quizás, que yo, un mindundi cualquiera que tiene un blog que nadie lee, les acuse de algo así. O a lo mejor les he abierto los ojos durante unos minutos, y luego volverán a sus hipócritas vidas. ¿Pero saben qué? Que me da exactamente igual. O no, quién sabe… De eso trata la hipocresía.

                                                                                                                                                      David L.



P.D.: quería aprovechar el artículo para saludar y darle un besele al que por mal nombre recibió el de Benjamín López de Manterola y su colega el Sr. Dos Metros, que tanta gracia les hago. Que os vaya bien en vuestra miserable vida. ;)

viernes, 19 de abril de 2013

Moda

Éste es un tema que me gustaría tratar con los hipotéticos lectores (ya que no me consta manifiesto alguno de que éstos místicos seres existan en este blog, pero bueh, yo sigo escribiendo, que es lo que me mola) aquí leyentes: la "moda", ésa palabra, ése vocablo español que a mí no me va. Cierto es que existe, y está ínfimamente unido al hecho de vestirse, pero aún así, no me chista la cosa. ¿Por qué? Bueno, pues simple y llanamente porque me repugna aquella gente que, faltos de estilo -y de estilo propio-, se ancla, se aferra y defiende a dolor, con uñas y dientes, una moda que no es la suya. es verdad que el concepto está ligado a los grupos sociales, y ahí quería yo llegar. Os dejáis llevar por las corrientes, ya sea moda, política, deportes y sucedáneos. Es posible que se deba a ése instinto tribal que los seres humanos tenemos de asociarnos en grupos de diversos temas e índoles. Pero, chicos, ¡estamos en el siglo XXI! La raza evoluciona, Ya va siendo hora -siglo- de despertar de nuestros orígenes, ¿no?

A lo que iba. Vístete como te parezca. Pero que lo que vistas, lo hagas tuyo. Crea tu estilo -nuevo, o extraído de varios, ya existentes, haciéndolo único-. Be yourself.

Luego me hace mucha gracia ése gentecilla, aquellas personitas, que en cuanto ven que una prenda gana popularidad y comienza a ser usada por todos y/o todas, dicen: "jo, tía, qué asco, ya no la llevaré más, que la lleva todo el mundo". Gilipollas. E hipócrita. Nada más que añadir, amigo/a.

                                                                                                                                                      David L.

Inteligencia

La inteligencia es subjetiva. Independientemente de su campo: emocional, artificial, hormonal, etc. Porque, ¿qué hace que una persona diga: "joder, ese tío es inteligente"? La subjetividad. Posiblemente el emisor de ese mensaje no sea tan inteligente como el elogiado. O no conozca otros individuos con mayor inteligencia que el susodicho. Por eso su afirmación es así. Porque la inteligencia es subjetiva. No es una gran reflexión, pero que me importe vuestra opinión o no, lamento deciros que éso también está sujeto a la todopoderosa subjetividad.

                                                                                                                                                      David L.

martes, 19 de marzo de 2013

Reflexión al artículo previo.

Lectores (los pocos que sois), escribo éstas líneas para disculparme por mi anterior artículo personal. Lo escribí bajo los efectos de una ceguera, una cortina que ante mis ojos llevaba AÑOS estando. Cierto es lo que han dicho en Nochebuena, pero incierto es el hecho de que no me apoyen.

Y ahora les explicaré qué me llevó a teclear lo que debajo de éste escrito se halla. Veamos: yo, en mi ser y forma de ser, nunca he sido trigo limpio, no señor. Me avergüenzo y me lamento de éso, de eso estoy seguro. Mi familia siempre ha estado ahí siempre que yo lo solicité y demandé. Y estarán, de éso estoy seguro, con mayor o menor intensidad, pero lo estarán. El problema es lo que ya antes dije, y continúo, que nunca fui un niño "bueno". Siempre anduve dando tumbos en la vida, en mi vida. Y este comportamiento llevó a los míos a ir aflojando la cuerda de la colaboración, y lo que es más duro: la delicada y fina cuerda de la confianza. Y lo peor es que la he cortado yo solito, con las tijeras de mi actitud frente al mundo.

No voy a decir que nada de lo que hice está bien, pero sí en su inmensa mayoría. ¿Qué soy? Nadie. Pero un "nadie" bastante conocido por todos, para mi gracia o mi desgracia. Y os puedo asegurar, con la mano en el corazón, que lucho internamente conmigo mismo para truncar lo que externamente expreso.

                                                                                                                                                      David L.

PD: el motivo por el que escribo ambos artículos con tan corta diferencia de tiempo es porque cuando escribí el primero, no lo transcribí al blog en el momento en el que la tinta de mi bolígrafo descargó mis sentimientos sobre el folio, y preñó tal artículo, y que si no hacía referencia a él, éste otro no tendría sentido, puesto que rebate las ideas del primogénito.

Y no. Nunca me han apoyado.

Señores, estamos -estoy- ante un serio, grave e intolerable problema. Mi familia, mi propia familia, no me apoya. No, así es, no me apoyan. Triste, ¿verdad? Pues es la cruda realidad por la que estoy pasando. Tampoco es el problema más grave del mundo -peor es no tener familia-, pero bueno, eso es subjetivo, ¿no? A cada uno le afecta lo que le toca.

Y les ilustraré con un ejemplo: en la cena de Nochebuena, en casa de mi abuela, se me hizo una pregunta: "¿Y tú, David, qué piensas hacer cuando acabes Bachillerato?" Yo contesté que me sumergiría en un Curso Superior de FP de Administración y Finanzas, lo que viene siendo el equivalente a ADE de la Universidad. Bueno, ¿saben cuáles fueron sus reacciones y respuestas? "Ay, pues no te veo yo muy de eso...", dijo mi abuela; "No te creas que solo porque te gusten los trajes, y sepas lucirlos, 'Administración y Finanzas' va a ser lo tuyo", añadió mi tío.

¿Ustedes se creen que esas palabras huelen a apoyo en mis sueños y metas profesionales? ¡Pues claro que no, hombre! ¿Y qué clase, qué tipo de familia hace eso? ¿Qué quieren? Yo les diré lo que quieren: que saque dieces, que sea bueno, educado, formal y que saque una profesión que a ellos les parezca "adecuada" para mí. ¿Y quién cojones son para discernir mis deseos? NADIE. No son nadie...

                                                                                                                                                      David L.

lunes, 18 de febrero de 2013

¿Somos felices? ¿Qué es la felicidad?

Yo no soy feliz. ¿Saben por qué? Es simple, y seguro que os ha pasado a todos alguna vez. No soy feliz simplemente porque me he acabado convirtiendo en lo que más odiaba en el pasado.

Odiaba el tabaco; acabé fumando.
Odiaba la cerveza y, en general, el alcohol; acabé bebiendo.
Nunca me atrajo la marihuana; acabé probándola.

Y acabé convirtiendo en un patético gilipollas, cuyo mote era más conocido que su personalidad. Y fue precisamente su personalidad la que acabó truncada por culpa de ese absurdo famoseo que su mote le aportó. Atrapado en mis propios delirios. Dando tumbos, de aquí para allá, sin rumbo fijo, cual borracho que sale del Bar Bas.

¿En qué me he convertido? ¿Qué soy? ¿Un capullo que hace lo que la gente espera que haga? ¿No me convierte eso en un ser despreciable, en un despojo de la civilización, en uno más?

Todavía me pregunto cómo he llegado hasta aquí, hasta estos extremos. Extremos en los que tengo que mendigar entre mis amigos... Es vergonzoso,

¿Es ésto crecer? ¿Madurar? ¿Es ésto ser adulto? ¿Tener que mendigar hasta un puto euro para un bocadillo en el recreo? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Dónde está mi mesías? ¿No le importo a nadie? Yo creo que más bien no me importo ni a mí mismo...

I think que llevo deprimido AÑOS... pero a nadie parece importarle. O es que lo disimulo muy bien...

                                                                                                                                                     David L.

sábado, 26 de enero de 2013

Resurgir

Hola amigos. Sé que hace tiempo que no escribo aquí, pero ya sabéis cómo es 2º de Bachillerato, que entremedias y si tienes tiempo hasta respiras.

Bueno, a lo que nos atañe: recientemente, me he encontrado con un escrito, que data de datas innatas, mientras ordenaba el armario que en mi habitación habita. Allá va:

"¿Qué es el sueño? 'La vida es sueño, y los sueños, sueños son' decía Calderón de la Barca. Pero cuando se trata de ella, el sueño es VIDA. Porque es un 'quiero y no puedo', un deseo imparable de irrefrenable, incurable desamor.

Hoy mismo soñé con ella. Soñé que me invitaba a bailar en una discoteca de Sada.

I dreamed her tonight...

Yo le dije que sí. Ella se sorprendió ante la respuesta. No estaba sola. Estaba con María. Fui orgulloso hacia la pista, pero ellas decidieron ir a beber algo primero...".

Profundo texto redactado por mí, hace años, en algún resquicio enamorado de éste dañado corazón...

                                                                                                                                                      David L.